Vino
Y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno. (Mateo 2:23)
¿Quién vino y de dónde? En el contexto del versículo de hoy, Jesús venía de Egipto. Antes de Egipto, venía de Belén. ¿Y antes de Belén? El problema con los seres humanos es que solo vemos las cosas de la carne. Somos incapaces de entender las cosas del Espíritu, a no ser que Dios opere en nosotros, el milagro del nuevo nacimiento.
En cierta ocasión Felipe le habló a un amigo, acerca de Jesús y la pregunta del prejuicioso Natanael fue: ¿Puede venir algo bueno de Nazaret? Todos estaban equivocados. Jesús no venía ni de Egipto, ni de Belén, ni siquiera de Nazaret. Él venía del cielo. Desde la eternidad y por la eternidad había sido uno con su Padre y lo había dejado todo, por amor al ser humano.
Nadie tiene el derecho de verlo como un simple ser humano. Fue el más extraordinario de los hombres, sí. No hubo, ni habrá jamás, maestro como Él. En Él, la historia converge, pero a pesar de todo eso, Jesús no era un simple ser humano. Era Dios hecho hombre.
Jamás podré entender la maravilla de su amor. ¿Cuánto valgo yo, para que Él lo haya dejado todo y haya venido a buscarme? No lo sabré. Ni necesito. Porque lo único que Jesús desea es que yo crea y lo acepte, a pesar de no entenderlo.
El texto de hoy afirma que los profetas habían dicho que Jesús sería llamado Nazareno, por vivir en Nazaret. Es verdad. Pero esto no era un simple asunto de gentilicio. En el fondo era también un asunto de incomprensión. Natanael representaba a la humanidad al preguntar si de Nazaret podía salir algo bueno. ¡Pobre ser humano que solo puede ver las cosas de la tierra! Mientras tus ojos vean apenas el plano horizontal de la vida estarás limitado a la confusión y a la desesperación de este mundo.
El mensaje de hoy es un desafío a ver la vida desde la perspectiva vertical. Levanta los ojos y mira en el cielo un Dios capaz de mostrarte la solución cuando piensas que todo está perdido.
Sal hoy a enfrentar los desafíos, pensando en el sentido espiritual de lo que dice Mateo: “Y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno.”