¿Por qué?

Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?  Éxodo 14: 11

A Marina le gustaba salir a caminar todos los días, temprano por la mañana. No lo hacía solo por su salud. Esa rutina de andar una hora por el parque de la ciudad, además de hacerle un bien físico tremendo, también le traía paz, alegría y le era una oportunidad para meditar.

Le fascinaba ver los frondosos árboles a ambos lados del camino, el riachuelo que se deslizaba como una serpiente, a su lado derecho, los primorosos jardines bien cuidados, en fin. No se cansaba de mirarlos. Pero aquella mañana nada de eso parecía tener importancia porque en sus oídos resonaban con fuerza las palabras llenas de ingratitud de su mejor amiga.

¿Alguna vez te has sentido incomprendido por personas a quienes les extendiste la mano en un momento de necesidad? Peor todavía, ¿fueron ingratos contigo? Si ya pasaste por una experiencia parecida tal vez logres entender cómo se sentía Moisés delante de la actitud rebelde y contumaz de aquel pueblo ingrato.

Moisés solo había querido ayudarlos. Dios le había ordenado libertar a aquel pueblo de la esclavitud de Egipto y él había aceptado el desafío a pesar de saber las dificultades que encontraría en el camino. Pero ahora, delante del menor obstáculo, aquel pueblo ingrato acusa al líder de haberlo traído al desierto para morir.

¿Cómo te sentirías tú, en el lugar de Moisés? Necesitas saberlo, porque mientras peregrines en el desierto de esta vida y tengas una misión a cumplir, enfrentarás muchas veces personas ingratas que te herirán sin piedad. No te desanimes. Continúa cumpliendo tu misión. La ingratitud es parte de la vida en este mundo. Es la amnesia del corazón que ha perdido el camino de los sueños.

Dicen los psicólogos que la necesidad de reconocimiento es una de las necesidades básicas del ser humano. Puede ser. Pero si deseas llegar a la tierra prometida de tus sueños tienes que llenar ese vacío con la presencia de Jesús en tu vida. De otro modo, serás parte de los cadáveres que yacen en el desierto.

Levanta la cabeza y sal hoy para enfrentar tus responsabilidades sin esperar gratitud de los seres humanos, motivado apenas por el deseo de servir. Y recuerda “Dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?”

Alejandro Bullon