Extendió su mano
Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche. Éxodo 14: 21
Estela nunca supo cómo llego a su casa. Sentía que las fuerzas la habían abandonado. Se tiró lánguidamente en la cama y por horas su mirada enajenada permaneció absorta en el techo. En su mente giraba un solo pensamiento: su carro había sido sostenido por manos invisibles. De otro modo, a esas horas ya estaría muerta. La manera como el vehículo fue devuelto a la carretera cuando estaba prácticamente en el abismo había sido un milagro. Solo que había un pequeño problema. Ella no creía en milagros.
¿Existen milagros? ¡Claro que sí! La Biblia y la vida están llenas de ellos. El versículo de hoy presenta uno. El pueblo de Israel había llegado a las orillas del mar Rojo. No había más salida. Desde la perspectiva humana, había llegado el fin. Pero entonces Moisés levantó la vara y el milagro sucedió. Apareció un viento oriental y el mar se abrió para dar paso al pueblo de Dios.
Para muchas personas esto no tiene lógica. No hay razón que lo explique. Pero, si quieres pasar a la historia como alguien que escribió una de sus líneas, en más de una oportunidad, es necesario rechazar la razón como si fuese un trasto viejo, y volar con las alas del espíritu: si deseas entenderlo todo con la razón, no volarás jamás.
La vida cristiana es una vida de fe. Con frecuencia es necesario sacar el pie del barco y colocarlo en el agua aunque el mar esté embravecido. Es la única manera de andar sobre el mar.
¿Cuál es el mar rojo de tu vida hoy? ¿Cuál, el problema que parece no tener solución? ¿Ya hiciste todo lo que humanamente podías haber hecho? Entonces dale una oportunidad a Dios. Deja que Él te conduzca por los valles y por las montanas de la fe.
Busca al Señor. Ora, clama a Él, reconoce tu incapacidad, ríndete a sus pies, acepta tu dependencia, vuélvete como un niño y te sorprenderás con los resultados.
No empieces las actividades de hoy, sin la seguridad de que hay una vara en tus manos, pero más que eso, hay un Dios todopoderoso a tu lado. “Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche.”