¡Ah el amor!
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece. 1 Corintios 13:4
La carta decía, entre otras cosas, “Quisiera no creer en Dios, tal vez así, no sufriría tanto, porque si existe, jamás me perdonaría. Quizás ahora en este laberinto infernal en el que me encuentro, pueda volver a ser el ser que soy y pocas veces he sido.”
El resto de la carta hablaba de una vida escabrosa, llena de remordimiento, deseo de venganza y desesperación.
“Si Dios existe, no me perdonaría.” Esta frase se quedó golpeando mi mente por un buen rato. A lo largo de mi vida he tenido mucha dificultad para convencer a las personas que Dios las ama, a pesar de lo que hagan o dejen de hacer.
El Apóstol Pablo escribiendo a los corintios, define el amor divino como sufrido y benigno. La palabra griega traducida como sufrido es makrotomeo, que a la letra significa “perseverar y esperar pacientemente.”
La mente humana jamás entenderá el amor divino. El motivo es simple. Cada vez que piensa en el amor de Dios lo hace desde su perspectiva humana. Y el amor humano, por más puro y sincero que parezca está manchado por el egoísmo, propio de la naturaleza pecaminosa,
El ser humano solo ama cuando puede recibir algo a cambio. Ama por interés. Por más dura que pueda parecer la idea. Por eso le resulta difícil creer que Dios lo ame sin esperar nada de vuelta. Por el simple hecho de amarlo. Pero Pablo afirma que el amor de Dios es un Dios paciente y sufrido.
Sufre al ver a sus hijos caminando lo peligrosos caminos de la destrucción. Llora al ver a sus criaturas dirigiéndose temerariamente de la muerte. Gime al ver a las familias destruidas, a los jóvenes en las drogas, a los hombres y mujeres hundiéndose en la arena movediza de sus propios placeres.
¿Qué hacer? Los creó libres. Con capacidad de escoger el bien o el mal, la vida y la muerte. Solo le resta sufrir, esperando que el pecador oiga un día la voz de Espíritu tocando la puerta de su ser y anhelando que el hijo rebelde abra los ojos para ver el peligro del sendero escabroso que eligió.
Hoy es un día de decisiones. Dios te ama. Haz de este día un día de alegría para Dios. Escoge la vida y camina con Él. Y no olvides: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece.”