¿Cuál es tu don?

Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. (1 corintios 12:4 y 6)

El teatro donde Jerónimo se presentaría aquella noche estaba lleno. El hijo volvía a casa. Retornaba vencedor y famoso. Al contemplar la platea, vio rostros conocidos, amigos de infancia, adultos que lo animaron a continuar la carrera, gente querida, expectante y ansiosa para oír el concierto.

La felicidad del joven pianista sería completa si pudiese ver a su padre. Lo buscó con la mirada por todas las butacas y no lo vio. Sería desear mucho. Él nunca había estado de acuerdo que el hijo estudiase música.

“Te vas a morir de hambre”, le había dicho muchas veces, “tienes que ser médico, como tu hermano”. Pero Jerónimo nunca imaginó sus manos cortando un cuerpo, aunque fuese para salvar vidas. Sus dedos largos y delgados, se deslizaban por las teclas del piano, arrancando notas capaces de emocionar a los corazones más insensibles.

En pocos segundos su mente viajó al momento triste de su partida. Saliera de su tierra natal en busca de sus sueños. Todavía recordaba con dolor, las últimas palabras del padre: “Vas a volver un día derrotado y pobre”.

Sacudió la cabeza disimuladamente, se colocó frente al piano y empezó a volar en las alas de la música como si estuviese en medio de ángeles. Fue una hora y media de suspiros, exclamaciones y aplausos. Una noche de gloria con  sabor especial de nostalgia.

De vuelta al camarín, mientras se secaba el intenso sudor con un pañuelo blanco, fue sorprendido por la voz del padre:”Perdón Jerónimo, vine solo para pedirte perdón”. Como un relámpago se volteó. Allí, cerca de la cortina azul, el padre lo miraba avergonzado y orgulloso. Avergonzado del error que cometiera, orgulloso del hijo, que a pesar de los obstáculos se transformara en un vencedor.

Dios es un Dios de muchos colores y muchas formas, de melodías infinitas y  variedad sin fin. Dios es Dios.”Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo”, dice Pablo. Trata de descubrir tu don y respeta el don de los otros. Nadie es mejor que nadie. Todos somos necesarios en el jardín de Dios.

Por tanto, no desanimes a pesar de las dificultades que la incomprensión humana puede presentarte. Sigue el rumbo de tus sueños, seguro de que “hay diversidad de operaciones, pero Dios que hace todas las cosas en todos, es el mismo.”

Alejandro Bullon