Vidas que inspiran
No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya. (Salmos 91:5 y 6)
Por los pasadizos secretos del alma o por los pantanos traicioneros del espíritu, a través de generaciones, transitan en tropel los temores. Vienen atraídos por las historias que la mente arranca de lugares lejanos e ignotos.
Comienzan a arribar cuando cae el sol, silenciosamente. Se sientan formando círculos y perturbando la paz.
Existe gente que no logra dormir. Los somníferos son insuficientes para ahuyentar los temores que tomaron de asalto la ciudadela del corazón.
El salmista David sabía bien lo que era eso. Huía de un enemigo real. El rey Saúl deseaba destruir al joven que Dios había escogido para ser su sucesor. El monarca no aceptaba que había pasado su oportunidad. El poder tiene la capacidad de enviciar a la persona. Quien lo tiene no quiere perderlo y hace cualquier cosa a fin de conservarlo.
David huía, andando por el desierto y durmiendo en cuevas. En aquellas noches, solitario y perseguido supo lo quera miedo, pero descubrió también lo que significa tener un protector como el Dios Todopoderoso a quien había decidido servir.
El salmo 91 de donde saqué el texto para el devocional de hoy, es un salmo de confianza y sirve de inspiración para todos los que de alguna forma o de otra enfrentan enemigos reales o imaginarios. El miedo paraliza, te incapacita de avanzar, te hace retroceder, te quita poco a poco hasta las ganas de soñar y de vivir.
Le llaman depresión. Son miedos que en la mayoría de las veces no tienen razón de ser, pero el espíritu tiene sus pantanos oscuros e incomprensibles. Si es de día, sufres porque es de día y cuando la noche llega, los temores continúan.
El consejo del salmista es que si vas a esconderte debajo de las alas de tu Protector, no tienes razón para vivir angustiado. Nada de lo que te hagan tocará tu vida, ni siquiera las fuerzas de las tinieblas.
Por eso hoy, sal a correr atrás de tus deberes diarios seguro de que tu vida está escondida en Jesús. Si es así: “No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya.”