Permanencia
Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios. Salmos 90:2
¡La vida es pasajera! Desde la entrada del pecado a este mundo todo lo que empieza termina, todo llega al fin. Nada dura. Asimismo, existen cosas como la montaña, símbolo de permanencia.
Si tú ves una nube en el cielo azul, es posible que una hora después ya no la encuentres más allí. Si tú dejas un árbol en algún lugar, es probable que cien años después el tiempo lo haya deteriorado. Pero si tú observas un monte y vuelves dentro de 50 mil años, el macizo bloque de piedra estará en el mismo lugar. Porque aunque en esta vida todo es pasajero, todavía hay algunos objetos durables. La montana es uno de ellos.
Pero en el salmo 90 Moisés mira a los montes y raciocina: “Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, eres tú.” Date cuenta que Moisés toma a la montaña, símbolo de algo duradero, y lo describe como algo que tiene comienzo. “Antes que naciesen los montes.” -dice. Los montes, por más que delante de la temporalidad del ser humano, parezcan duraderos, tienen principio. Alguien los creo. Si no, no estarían allí, no existirían. ¿Quién está detrás de ellos? ¿Quién los creó? ¿Quién los hizo nacer? La respuesta es “Tú”’. Ese tú es un pronombre personal. En el salmo 90 se refiere a una persona eterna. Es el propio Dios. El Dios eterno creador del cielo y de la tierra.
Mira cómo Moisés lo describe: “Desde el siglo y hasta el siglo, eres tú.” La declaración del profeta está equivocada desde el punto de vista gramatical. La redacción correcta debería ser: “Desde el siglo y hasta el siglo, eras y no eres, tú.” Pero es que la eternidad divina rompe cualquier regla gramatical. Su existencia soberana quiebra todos los tiempos verbales. El no se encaja en ninguno de ellos. En Él se conjugan todos los tiempos. Él es Dios.
Al reconocer y agradecer a Dios por su eternidad, la temporalidad, la fugacidad, la fragilidad del siervo de Dios se transforma en esperanza. Y su necesidad de permanencia es satisfecha. Esa experiencia puede ser tuya en el año que va a comenzar. “Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.”