Tiempo de guardar
Tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar. Eclesiastés 3:6
La sorpresiva tormenta los obligó a detener el vehículo por unos momentos. Fue lo que pensaron al principio. Esos momentos se transformaron en horas. Dieciocho exactamente. Tiempo suficiente para sentir hambre y sed, cansancio y frio.
No estaban preparados para enfrentar aquel accidente. Nadie se prepara para los accidentes. Uno se prepara para enfrentar los momentos duros cuando los accidentes aparecen. Pero esos muchachos tampoco estaban preparados para eso.
A medida que el tiempo fue avanzando el hambre comenzó a atormentarlos. Buscaron qué comer en sus maletas, pero no hallaron nada. Entonces vino a su memoria las galletas que habían echado a la basura en el último puesto de gasolina. En aquel momento pensaron que no necesitarían de unas simples galletas. Acababan de comer y estaban satisfechos.
Desechar cuando es tiempo de guardar puede ser fatal. Mientras viajaban no era tiempo de desechar. Ellos lo descubrirían dentro de poco y tendrían bastante tiempo para arrepentirse.
El versículo de hoy habla del tiempo. Hay tiempo de guardar. La juventud es tiempo de guardar. Hay un camino muy largo por delante. No es hora de desechar las galletas que pueden faltar mañana.
Frecuentemente encuentro personas que ya entraron en el otoño de la vida. Con tristeza se preguntan: “¿Qué hice con mi juventud?” La desperdiciaron, creyeron que nunca iba a acabar y un día cualquiera despertaron a la realidad. La juventud se había ido, la nieve del invierno bañaba la cabeza y ya era tarde.
Cada día que despunta en el horizonte es la sonrisa de Dios diciéndote: “Hijo, te doy una página en blanco. Escribe hoy una linda historia. Aprovecha las oportunidades. Perdona. No pierdas el tiempo cultivando sentimientos que te envenenan el alma.”
¿Qué tienes para ahorrar hoy? Economiza agua, energía electica, economiza tiempo. Aprovecha tu juventud para guardar el pan que comerás en tu vejez y sal para los desafíos de este día seguro de que estás en los brazos de Jesús. Ah y no olvides que todo tiene su tiempo: “Tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar”.