A su debido tiempo
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer… (Gálatas 4: 4, 5).
Hay un aspecto del texto de hoy, que deseo resaltar. El versículo empieza diciendo “Cuando vino el cumplimiento del tiempo.” Ni un minuto después. En el tiempo exacto. Dios es un Dios puntual. El tiempo es un don precioso que Él respeta.
El relato de la creación muestra que Dios organizó su tiempo en días. Para cada día había una tarea. El primer día dijo “sea la luz.” El segundo día creó la expansión y así por delante. Creo que Dios no necesita una agenda escrita pero sin duda tiene todo organizado. Es un Dios de orden.
Eso no significa que estableció un deber más para añadir a la montaña de deberes que muchos cristianos creen que deben cargar. Nada de lo que Dios hace tiene como objetivo hacer de la vida humana, un fardo. Al contrario, Él sabe que una vida sin una programación establecida es una vida condenada al fracaso.
Cuando no existe un orden de prioridades las cosas suceden por accidente y por accidente, el éxito solo puede ser fruto de la “suerte.” Hay mucha gente lamentando el hecho de no tener “suerte.” Por tras de esas lamentaciones se esconde la falta de organización y trabajo.
La puntualidad es parte de una vida organizada. Mi padre acostumbraba a decir: “Si alguien marca un compromiso contigo a las dos de la tarde pídele que mejor sea a las tres, pero tú preséntate a la una.” Exageraciones aparte, el consejo de mi padre fue valioso a lo largo de mi vida. La puntualidad no cuesta nada y trae muchos beneficios.
Pero el texto de hoy tiene un segundo pensamiento. Llegado el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su hijo, nacido de mujer. Quiere decir, lo hizo humano, carne. Para siempre. Pablo dice que hoy tenemos en el cielo un intercesor que es Jesucristo hombre. ¡Qué amor inmensurable! La encarnación de Cristo hablará sin palabras, por toda la eternidad, acerca del valor del ser humano. A pesar de su rebeldía, Dios lo buscó. Jesús dejó su trono y vivo a este mundo de sufrimiento y dolor para buscar lo que se había perdido. Y todo eso, a su debido tiempo.
Por eso hoy, si por algún motivo encuentras en tu camino alguna razón para sentirte solo y sin valor, piensa en el misterio de la encarnación, levanta la cabeza y sigue enfrente, rumbo al glorioso destino que Dios estableció para ti.
Y no te olvides: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer.”