Solo un niño

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Isaías 9:6

Fénix es tierra desértica. Parece no tener vida. Pero la gente habita en ella, como en cualquier otra ciudad del mundo. Las palmeras que la adornan, son la más grande prueba de que el ambiente puede ser hostil, pero si tus raíces buscan el agua de la vida, no hay sol capaz de destruirte.

Fue en Fénix que conocí a Esteban. Semidestruido, sin ganas de vivir. Demasiado joven para creer que había llegado al fin de la línea. 30 años. ¡Quisiera yo tenerlos para hacer tantas cosas que nunca salieron del mundo de mis sueños!

¡Sueños! Esteban no los tenía. Creo que nunca los tuvo. Había crecido en un ambiente hostil, cruel, injusto. Maltratado desde pequeño por el padrastro, pensaba que sobrevivir ya era bastante. Pero sufría. No era feliz. Nadie puede serlo con el potencial escondido en lo recóndito del alma. Tenía alas y no volaba. Entonces las alas le estorbaban.

-El mundo no necesita de mí –se quejó- creo que si hoy desapareciese, nadie sentiría mi ausencia. Nada soy. Ni siquiera terminé mis estudios.

Los cinco nombres de Jesús, que el texto de hoy presenta, expresan su sabiduría, grandeza, poder y eternidad. Atributos extraordinarios. Y todo eso, nos fue dado en la persona de un niño.

¿Puede haber algo tan simple, pequeño, insignificante y dependiente, que un niño? Así son las cosas en el reino de Dios. Todo nace pequeño, aparentemente insignificante, pero trae dentro de sí un potencial de proporciones gigantescas. Nace para ser grande, trascendental y significativo.

Esteban vivía más preocupado con lo que no era, que con lo que podría llegar a ser, si colocase su vida en las manos de Jesús. Ignoraba que Dios es el Dios de las cosas pequeñas que se hacen grandes.

Una simple vara en la mano de Moisés, abrió el mar rojo. Una semilla de mostaza se transforma en  árbol. En sus ramas las aves del cielo hacen sus nidos. Un poco de sal transforma el sabor de la comida. Una cantidad insignificante de levadura transforma la estructura de la masa. Cinco panes y dos pequeños pececillos alimentan una multitud hambrienta.

¿Por qué no podría tomar la vida e un joven de 30 anos y sacudir al mundo?

En el nombre de Dios, ¡Despierta Esteban, o como te llames! Y recuerda que “un niño nos es nacido y su nombre será Admirable.”

Alejandro Bullon