Siempre a tu lado
Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles... (Éxodo 13:21)
Aquella noche Abril, no durmió bien. Fue atormentada por pesadillas y, finalmente el ruido del trueno la despertó. Miró el reloj, ya era hora de levantarse. Tenía un día lleno por delante. Sin embargo, notó que estaba bañada en sudor frío. Se tocó la frente y percibió que ardía en fiebre.
Afuera se había desatado una tormenta torrencial y por la radio se recomendaba no tomar las carreteras vecinales. El viento y la lluvia golpeaban la ventana escandalosamente. Abril dudó en salir. ¿No sería arriesgado viajar en ese estado de salud y con ese clima? Sería tal vez, pero hay ocasiones en que el deber llama y hay que obedecerle.
La joven ejecutiva, abrió su biblia, meditó en un pasaje inspirador, conversó con Dios y después de tomar un vaso de leche caliente y una aspirina salió para la lucha del día encomendando su vida a Dios.
Todo iba bien al principio, pero la tormenta no disminuía y la carretera se tornaba cada vez más peligrosa. En la radio anunciaban que había trechos en que las aguas venidas de las montañas habían abierto zanjas y la carretera estaba interrumpida. Abril llevó el auto para un lado de la carretera y volvió a orar. Sudaba. La fiebre aumentaba, empezó a temblar y a sentir escalofríos.
Se acurrucó envuelta en la casaca de cuero y empezó a notar que se desvanecía. Al mismo tiempo, sintió una voz en el corazón que le decía:”Lleva el carro un poco más adelante.” Ella no tenía más fuerzas pero delante de la insistencia de la voz interior, avanzó unos metros y se debruzó en el volante.
Al despertar, percibió que los bomberos la colocaban en una camilla. Temblaba. Uno de los bomberos le dijo: “Dos metros más y usted estaría aplastada por el árbol que cayó.” Dios no le había hecho aparecer una antorcha de fuego, ni una nube protectora, pero en medio al peligro, la voz de Dios le dijo:”Hija, lleva el carro más allá, antes de que te desmayes.”
Cosas de Dios. Experiencias de fe. Gente que aprende a depender de Dios todos los días. Personas que antes de salir corriendo a la lucha de la vida, separan tiempo para decirle a Dios: “En tus manos encomiendo mis caminos.”
Haz de este día un día de compañerismo con Jesús. Atrévete a vivir la dimensión de la fe. Si vas con Él, sucederá contigo lo que sucedió con el pueblo de Israel “Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles…”