A su imagen

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Génesis 1:27)

Abelardo se volvió a mirar en el espejo y otra vez tuvo ganas de quebrarlo.  Sintió pena y asco al mismo tiempo. Pena de ver a dónde había llegado. Asco de ser la figura patética que era.  ¿A dónde iría?   ¿Quién podría ayudarlo?  No estaba seguro de querer verse otra vez. Al menos no así, en ese estado deplorable.

La triste figura que veía reflejada era el resultado de años de esclavitud. Se consideraba una piltrafa humana, incapaz de decir no, sin fuerzas para quebrar las cadenas que lo sometían a la drogadicción. 

Un día llegó a sus manos un folleto comentando el versículo de hoy. La lectura del folleto lo hizo pensar. Él había sido creado a imagen y semejanza del creador. Evidentemente, la figura que veía en el espejo no era ni siquiera una imitación grotesca del ser humano que saliera un día de las manos de Dios. Algo había sucedido a lo largo del camino, algo extraño, malo, pernicioso.

Lo peor que el pecado hace en el ser humano es desfigurar la imagen del creador. No se trata apenas de un asunto físico, el hombre tenía un carácter semejante al de Dios, centralizado en el amor. Pero el pecado lo tornó egoísta, cínico, cruel y con frecuencia despiadado.

El propósito de la redención es restaurar en el ser humano, la imagen perdida de Dios. Esa transformación sucede a través de la convivencia diaria con Jesús. Así sucedió con los discípulos y así sucederá contigo si buscas a Jesús constantemente.

Las frecuentes derrotas llevaron Abelardo a buscar a Jesús. En desesperación cayó un día a sus pies y le dijo: “Señor, he luchado solo y no logré nada. ¿Puedes hacer algo por mí?” La oración no había salido todavía de sus labios, cuando la respuesta de Jesús vino.

En la penumbra de su mente entenebrecida  por las drogas, sintió el toque divino del amor y el deseo de levantarse del polvo.

Conocí a Abelardo en un congreso de jóvenes. Sus ojos brillaban de emoción, mientras me contaba su historia.

Por eso, hoy, sal para el cumplimiento de tus deberes diarios, recordando que no eres fruto del acaso. Dios tiene para ti un propósito maravilloso porque un día: “Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó.” 

Alejandro Bullon