¿Sabes pedir?

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Romanos 8:26

¿Cuántas veces oraste y tuviste la sensación de que Dios no te respondió? En cierta ocasión el propio Señor Jesucristo dijo que pedimos y no recibimos porque pedimos mal.

No sabemos. De hecho, aunque pidamos con toda sinceridad, no sabemos hacerlo. Si supiésemos, con toda seguridad Dios respondería todas nuestras oraciones.

Tal vez la razón de nuestras peticiones equivocadas sea nuestra propia humanidad y el limitado concepto que tenemos del bien y del mal. El egoísmo arraigado en nuestra naturaleza,  nos lleva a pedir y pedir teniendo como eje central, nuestros deseos, orientados por intereses momentáneos y pasajeros. 

Glaucia deseaba ser madre. Diez años después de casada no concebía y empezó a obsesionarse con la idea. Suplicaba a Dios, pedía a todos que orasen por ella y se había endeudado buscando dinero para pagar a los mejores especialistas e intentar los métodos más sofisticados.

Quedó embarazada. Pasó casi los nueve meses sin moverse y el niño nació. Aquel día fue un día de fiesta. Ella pensaba que Dios la había oído y atendido sus súplicas.

Ya pasaron 20 años y hoy, Glaucia cree que insistir con Dios fue la peor decisión de su vida.

-Si pudiese volver 20 años atrás, aceptaría la voluntad del Señor para mi vida, escribió en una carta dramática en la que contaba la vía dolorosa que pasaba por causa del hijo rebelde.

¿Se equivocó Glaucia, al insistir con el Señor, para que le diese un hijo? No sé. Yo también soy un ser humano. Pero el versículo de hoy dice que aunque nosotros, no sepamos pedir, el Espíritu de Dios viene en nuestro auxilio para suplir nuestra debilidad.

La palabra debilidad, en el original griego es astenia, que literalmente significa enfermedad. ¿Qué enfermedad? La enfermedad del pecado que nos acompañará hasta el día de la venida de Cristo. Hasta ese día, a pesar de haber sido convertidos, continuaremos con la tendencia humana que nos lleva a insistir como un niño, para conseguir lo que queremos.

Po eso, hoy, suplica la dirección del Espíritu para que te de discernimiento y sabiduría en lo que tengas que pedirle a Dios. “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.”

Alejandro Bullon