Por sus frutos
Así que, por sus frutos los conoceréis. (Mateo 7:20).
Aquella noche, todos quedaron sorprendidos cuando Altaír pidió un refresco para acompañarlos en la hora del brindis. Él era siempre el alma de la fiesta. Le encantaba ser el centro de atención y era el primero en levantar la copa para hacer el brindis. Pero aquella noche Altaír no había hablado mucho y todos percibían que estaba allí más por compañerismo con los colegas de trabajo que porque le gustase la fiesta.
-¿Qué te ocurre? Le preguntó Norma, intrigada.
Altaír sonrió. Había en sus ojos un brillo especial. Como si repentinamente hubiese descubierto algún tesoro. Todos lo miraban atentos para escuchar la respuesta.
-Le entregué mi vida a Jesús –respondió con serenidad. Parecía un niño que había recibido un regalo. Se mostraba feliz, pero sereno.
-¿Quéee? –preguntaron todos, al unísono.
-Acepté a Jesús como mi salvador.
-¿Y eso que tiene que ver con el hecho de que no brindes?
-Nada –dijo él- yo puedo brindar con un refresco.
-¿Estás loco?
-No, simplemente no bebo más bebidas alcohólicas.
-¿Pero qué tiene que ver la bebida con Jesús?
-Es que mi cuerpo es “templo del Espíritu Santo.”
No lo dejaron terminar. Lo bombardearon con una tonelada de preguntas. Algunas sinceras, otras sarcásticas y otras despreciativas. Pero Altaír, no se incomodó. Respondió todo y aquella noche se retiró temprano a descansar, para asombro de todos sus compañeros.
Los frutos habían aparecido de manera natural en la vida de este precioso joven. El no se esforzaba para mostrarse cristiano. Simplemente había empezado a vivir con Jesús la más linda historia de amor, y los frutos aparecían, lozanos, maduros y bonitos, en su experiencia. Siempre es así. No hay manera de vivir en compañerismo con Jesús y continuar siendo la persona del pasado.
Este día puede ser en tu vida un día de muchos frutos. Haz de Jesús el compañero inseparable de tu vida. Comienza y termina el día con Él. No te separes de Él en ningún momento. Entonces, al andar por los caminos de esta vida, todos sabrán que algo extraordinario sucedió en tu vida. Las cosas viejas se habrán hecho todas nuevas, porque “Por sus frutos los conoceréis”