¿Para qué vives?
Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. (Mateo 5:15)
Hay dos pensamientos en el versículo de hoy. El primero es que todos venimos a este mundo con un propósito. No “se enciende una luz y se pone debajo de un almud.” La luz existe para alumbrar, no puede permanecer oculta; si por algún motivo pierde su propósito, de manera natural pierde también su razón de existencia.
Si esto es verdad con relación a la luz, mucho más con relación a ti. Tú eres la luz del mundo. Lo dijo el propio Señor Jesús. Por tanto, para que puedas ser feliz y realizado en la vida, necesitas descubrir para qué viniste al mundo. Nadie nace por coincidencia. Si estás vivo, tienes una misión a cumplir.
El segundo pensamiento es que el cumplimiento de tu misión requiere dedicación. No es simplemente porque tu vida tiene un propósito que ese propósito será alcanzado. Hay que colocar la luz “sobre el candelero.”
Un día le preguntaron a Tomás Edison, dónde estaba el secreto de tanta productividad. “Diez por ciento de inspiración y noventa por ciento de transpiración.” Fue la respuesta. Edison, no se conformó con ser luz sino que puso la luz sobre el candelero. El cumplimiento de cualquier propósito requiere esfuerzo. Nada que valga la pena, sucede por acaso. Detrás de cada victoria existen horas de preparación y ejecución.
¿Cuál es el propósito de tu vida? Jamás lo sabrás si no vas a la Palabra de Dios. Ella es la fuente de sabiduría. La Biblia te muestra de dónde viniste, por qué existes y para dónde vas. Ve a ella en busca de inspiración. Dios te infundirá fuerza y valor a través de su lectura. Pero después atrévete a pagar el precio de tus sueños. Coloca el candelero.
¿Y si no hay candelero? Búscalo, invéntalo, fabrícalo. No sé. Lo único que no puedes hacer es quedarte de brazos cruzados esperando que las cosas caigan del cielo.
Con estos pensamientos en el corazón, sal esta mañana a buscar el candelero, seguro de que Jesús está a tu lado, pero recordando el consejo del Maestro: “Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.”