Cada día
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. (Mateo 6:11)
Hay dos expresiones que están colocadas, no sin motivo en la oración maestra de Jesucristo. Las expresiones son “cada día” y “Hoy”. Tienen que ver con el tiempo. Con vivir el tiempo. Saber vivir el tiempo. Jesús sabía que uno de los males del ser humano a través de todos los tiempos, sería el mal de la ansiedad. La ansiedad es la extraña y obsesiva preocupación por problemas que, en la mayoría de los casos, todavía no existen. Los inventamos, los imaginamos y morimos a los pocos porque no podemos solucionarlos.
En la famosa oración del Padre Nuestro, Jesús nos enseñó a pedir para hoy, el pan de cada día. Deja para mañana el problema de mañana. Basta a cada día su afán. ¿Por qué deberíamos confiar en el pan de hoy? Porque ya es nuestro. “Danos nuestro pan,” dice la oración.
A lo largo de los tiempos esta fue una dura lección de ser aprendida por los hijos de Dios. En el desierto, mientras el pueblo de Dios peregrinaba, tuvo lugar un incidente que muestra la exagerada preocupación del pueblo por los problemas de mañana. Sucedió cuando Dios les envió maná del cielo para alimentarlos. El Señor les había dado la orden de recoger solo para el día. Pero los israelitas quisieron cuidar también del pan del día siguiente y recogieron el doble.
La historia dice que a la mañana siguiente, el maná del día anterior se había malogrado y solo encontraron gusanos. Lección fuerte la de Dios, en aquella ocasión. Pero también lección mal entendida. Porque mucha gente cree que el pueblo simplemente estaba siendo previsor y no desobediente.
¿Cuál es la diferencia entre previsión y ansiedad? Previsión es guardar algo que vas a necesitar mañana. Ansiedad es preocupación por lo que no necesitas todavía. Deja que llegue el momento. Confía en Dios y en sus promesas.
Un nuevo día nace para ti. Como todos los días está lleno de desafíos. No los subestimes, no te escondas de ellos, no huyas de tu responsabilidad. Enfréntalos en el nombre de Jesús, sal con tu confianza depositada en alguien que jamás sufre derrotas. Pero concentra todas tus fuerzas para solucionar los desafíos de hoy. Deja los de mañana, para mañana.
Ah, y ora, diciendo: “El pan de cada día, dánoslo hoy.”