Nadie como Dios
Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan. Nahúm 1:5
Es temprano. Te despiertas dispuesto a iniciar las actividades de un nuevo día pero sientes el sabor amargo de la impotencia delante de una montana de dificultades. Crees que no tienes fuerzas, estás cansado de luchar y el miedo empieza a apoderarse de tu corazón. ¿Qué hacer? Lee de nuevo el versículo de hoy. Te habla de un Dios todopoderoso en cuya presencia los montes tiemblan y los collados se derriten.
El profeta Nahúm exalta el poder de Dios. A veces, para entender por experiencia propia lo que significa el poder de Dios, es necesario llegar al extremo de la incapacidad humana. Conozco Personas que decían ser ateas, hasta que un día, en la hora de la desesperación, sin saber qué hacer; cuando todos los recursos humanos habían fallado, no les restó otra alternativa sino reconocer a Dios.
Y lo maravilloso es que Dios no hecha en la cara la incredulidad pasada. No dice: “Ah, te acordaste de mí porque todo te falló.” Él simplemente abre los brazos y te recibe dispuesto a darte una nueva página.
La Reyna Victoria estaba conmemorando sesenta años del trono de Inglaterra cuando Rudyard Kipling publicó su poema, llamado “Himno de clausura.” Muchos ingleses se sintieron ofendidos porque el poema agredía el orgullo nacional en una época en que el Imperio estaba en todo su auge. “Himno de clausura” es un poema que hace referencia al peligro de confiar mucho en sí mismo y menciona que otros imperios del pasado cayeron por causa del orgullo nacional.
Kipling no estaba equivocado. Muchas naciones en el pasado pensaron que Dios no podría hacer nada contra ellas. ¿Dónde están hoy? Solo restan ruinas. Sí, los montes y los collados desaparecen ante la presencia de Dios. ¿Qué será entonces del ser humano mortal?
La única garantía de victoria y permanencia es Jesús y la mejor decisión que la persona puede tomar es seguirlo. Aquel que está en Cristo, aunque esté muerto vivirá. Deposita toda tu confianza en Él.
No importa cuántos soldados forman parte del ejército enemigo que tienes que enfrentar hoy. No importa las armas sofisticadas que ellos traigan. Tu seguridad es el Dios de los ejércitos de Israel. Sal sin miedo, porque “Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan.”