Mano Poderosa
Y endureció Jehová el corazón de Faraón rey de Egipto, y él siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel habían salido con mano poderosa. Exodo 14:8
Aunque no le gustaba la medicina, Lucia, obedeciendo a su madre, había intentado seguir el curso. Hubiera hecho lo imposible por conseguir la aprobación del ser que la trajo al mundo, sin embargo jamás pudo pasar del segundo año y se sentía un fracaso. Ese sentimiento de derrota la llevó al camino de las drogas, sin que la madre percibiese. Cuando al fin, la verdad salió a la luz, ya era demasiado tarde, la pobre joven se encontraba esclavizada.
Hay cosas que no tienen explicación. ¿Por qué, a veces creemos que huir es la mejor salida para los problemas que enfrentamos? Los vicios son cuevas donde nos escondemos con miedo de enfrentar la realidad; cuevas oscuras y profundas en donde nos atormentan los monstros imaginarios que fabrica nuestra imaginación enferma. Lucía se sentía así, perseguida por mil demonios, atormentada por un verdugo implacable, desesperada y con ganas de morir. Parecía el pueblo de Israel huyendo de las manos impiadosas de Faraón.
Mientras camines por las sendas escabrosas de este mundo te vas a encontrar infinidad de veces con las fuerzas del mal intentando destruir tu vida; circunstancias adversas, barreras indestructibles, muros gigantescos, imposibles de ser escalados. En esas horas, no te escondas, no huyas, no busques muletas, enfrenta tus enemigos, en el nombre de Jesús.
Recuerda que el Señor libró a Israel con mano poderosa y aunque el enemigo también tiene poder, nada puede hacer delante del rey del universo.
Hoy puede ser un día de victoria para ti. No trates de ganar la guerra. Vence apenas la batalla de este día. Los grandes triunfos son la suma de pequeñas victorias. Haz de este día un día de victoria.
¿No tienes fuerzas para luchar? Israel tampoco las tenía. ¿Qué podría hacer un batallón de pastores de ovejas y fabricantes de ladrillos delante de un ejército armado hasta los dientes? Pero Aquel pueblo humilde no estaba allí por su propia voluntad. Dios lo había libertado y Dios no conoce derrota.
Por lo tanto, enfrenta hoy tus leones, tus tormentas y tus faraones recordando que “Faraón rey de Egipto, siguió a los hijos de Israel; los hijos de Israel habían salido con mano poderosa.”