Imposibilidades

No hay medicina para tu quebradura; tu herida es incurable; todos los que oigan tu fama batirán las manos sobre ti, porque ¿Sobre quién no pasó continuamente tu maldad? Nahúm 3:19

El sol de mediodía castiga la carretera con la fuerza del verano. Un hombre humilde carga un saco de papas sobre sus hombros. Todos lo conocen en la ciudad por su espíritu de servicio y su fidelidad a Dios. Al cruzarse en el camino con un muchacho incrédulo, oye la voz socarrona:
-¿Cómo sabes que eres salvo?
El cristiano sigue unos pasos adelante y deja caer la carga. Entonces dice:
-¿Cómo sé que se me cayó el bulto? No he mirado atrás.
- No –replica el muchacho – no ha mirado atrás, pero ya no siente el peso.
-¡Exactamente! –Respondió el hombre – Es por esa misma razón que sé que soy salvo. Ya no siento la carga de pecado y de tristeza y he encontrado paz y satisfacción en el Señor.

El texto de hoy habla de una imposibilidad. “No hay medicina para tu quebradura.” Afirma el profeta. Se está refiriendo al pecado. Cuando el pecado toca una vida la anula poco a poco. Los estragos del pecado no aparecen intempestivamente. En la mayoría de los casos no. Son como los resultados de la lepra.

En los tiempos bíblicos el leproso solo percibía su mal cuando su carne empezaba a caer a los pedazos. Entonces ya era demasiado tarde. El pobre hombre tenía que abandonar a la familia, a los amigos, el trabajo, en fin. Su futuro era confinarse con los otros enfermos en el valle de los leprosos.

En aquellos tiempos no había remedio para la lepra. Hoy, ayer y para siempre. Nunca habrá remedio humano para el pecado. No es solo un asunto de conducta o de comportamiento. Es un asunto del corazón. Acompaña al pecador por donde quiera que vaya. La única solución es Jesús Y Él no empieza trabajando por fuera. La fachada es lo último que el restaura. Su trabajo maravilloso de salvación empieza donde está el nido del pecado, en la mente. El te da una nueva mente, nuevas motivaciones, nuevos horizontes. Las cosas pasadas quedan enterradas para siempre y la vida empieza a partir del encuentro con Jesús.

Recuerda bien eso a lo largo del día y piensa en la pregunta del profeta: “No hay medicina para tu quebradura; tu herida es incurable.”

Alejandro Bullon