¡Confía en el Señor!
Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. (Jeremías 17:7)
El versículo de hoy fue escrito por Jeremías en circunstancias dramáticas. La destrucción del pueblo se acercaba. Era inevitable. Los ejércitos enemigos se preparaban para el ataque. Y el propio Jeremías era el portador de malas noticias para su gente.
A pesar de eso el profeta dice que, aún en medio del dolor y de la tristeza, el varón que confiase en el Señor sería bendito. ¿De qué bendición estaba hablando?
El versículo ocho trae la respuesta: El que confía en el Señor, “Será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de su sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.”
Interesante la promesa divina. No dice que el calor no vendrá, ni que la sequía no llegará. Afirma que en medio de las situaciones adversas, sus hojas estarán verdes y producirá mucho fruto.
La tragedia de las personas no consiste en las luchas y dificultades que se presentan cada día, sino en la falta de confianza para ir en pos de la victoria. Cuando el dolor llega, el que confía en Dios es como el árbol cuyas raíces saben dónde buscar agua.
Aún en medio del desierto es posible encontrar palmeras. Árboles gigantescos y erectos en medio de la sequía y de los vientos. Las palmeras están allí, no porque carezcan de dificultades. El secreto de su permanencia es la fuente de vida que sustenta su existencia. Las inclemencias del clima les enseñaron a cavar hondo. Sus raíces se deslizan silenciosas en busca de agua.
Si hoy es un día terrible y sientes que estás solo. Si te faltan fuerzas y estas a punto de desanimarte y abandonar la batalla, quita tus ojos de las cosas en las cuales confiaste y deposítalos en el Señor. Puede parecer infantil, a veces. En este mundo pragmático en el que vives, puedes tener la impresión de que estás actuando como un niño.
Pero las cosas divinas son así. Tal vez por eso, el Señor Jesús dijo un día que si no nos volvemos como niños no entraremos al reino de los cielos.
No temas. Los ejércitos enemigos pueden estar allá afuera, armados hasta los dientes pero: “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.”