Autoridad
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. (Mateo 10:1)
La joven cayó arrojada por una fuerza descomunal. La audiencia asustada, no sabía si correr, quedarse, llorar, gritar u orar. Una cosa era cierta. Aquella bella joven estaba poseída por el demonio. Y cuando esto sucede el demonio se cree la estrella del espectáculo.
Mientras Jesús peregrinó en este mundo cumpliendo su misión se confrontó muchas veces con casos semejantes, seres humanos que por un motivo u otro habían entregado su voluntad al poder del enemigo. ¿Y qué hiso el Maestro? En su presencia las fuerzas demoniacas temblaban. El mal no podía resistir la presencia del bien, ni las tinieblas lograban soportar el brillo de la luz. ¿Qué podría hacer la muerte delante de la vida? ¿Qué poder maligno sería capaz de oponerse al creador del cielo y de la tierra? La biblia está llena de relatos que muestran el poder libertador de Cristo.
Pero antes de irse, el Maestro reunió a sus discípulos y les dio “autoridad” para expulsar demonios. Este versículo no habla solo de exorcismo. Habla de libertad. El poder libertador de Jesús está disponible hoy para todos los que con sinceridad lo buscan. Aquella noche mientras predicaba y el poder del maligno se manifestó, también se manifestó el poder libertador de Cristo y aquella joven que durante 3 años había sufrido horriblemente, retornó a su casa, feliz y libre en Cristo.
Muchos quedaron impresionados con este incidente y nadie percibió que el milagro más impresionante de aquella noche no fue la liberación de la joven, sino la entrega de uno de los más peligrosos delincuentes de Río de Janeiro. Joven, fornido, lleno de cicatrices en el cuerpo, me buscó al fin de la reunión y me dijo: “Pastor, yo entré peor que esa joven. Es verdad que a mí el demonio no me hecha al suelo ni me martiriza, como lo hacía con ella, pero yo soy un pobre esclavo de las drogas y de la violencia que asola esta ciudad, pero me he entregado a Jesús y siento paz en mi corazón.”
Así son las cosas con Jesús. Por eso, si te sientes esclavizado a algún vicio o hábito destructivo esta aniquilando tu vida confía en lo que dice la Escritura: “Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.”