Alzaré mis ojos

Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Salmos 121:1

Cuando el Salmista escribió este Salmo, vivía uno de los momentos más tristes de su experiencia. Su grande amigo y consejero, el profeta Samuel acababa de fallecer; él se encontraba atravesando el desierto de Parán, perseguido por su propio hijo Absalón. ¿Cómo te sentirías tú si las personas en las que más confías te  abandonan, te traicionan y se ponen a luchar contra ti? ¿A dónde irías en busca de consejos y de ánimo si tu grande consejero ha muerto? 

Samuel se sentía solo, sin saber a dónde ir, ni qué hacer. En esos momentos de tristeza y soledad, levantó los ojos hacia las alturas del los montes de Palestina. En aquellos lugares altos, los paganos ofrecían sacrificio a sus dioses, creyendo que ese era el camino para la solución de sus problemas. Observando aquellas montañas, David escribió. “Alzaré mis ojos a los montes.” En otras palabras: “Ya que todo el mundo sube esas montañas en busca de respuestas, yo también iré allá.” Pero en seguida recapacita y se pregunta: ¿De dónde vendrá mi socorro? Los que no conocían al Dios eterno de Israel subían aquellos montes en busca de soluciones, pero el salmista se pregunta: “¿Subiré también yo?” Es en aquellas alturas sofisticadas de la sabiduría humana, del materialismo, del consumismo, del racionalismo, del relativismo, ¿Es allí, donde encontraré salida para mis problemas? Entonces  reacciona y se responde a sí mismo. No. “Mi socorro viene de Jehová”. 

¿Por qué de Jehová? Por dos simples razones. La primera razón es el poder de Dios. “Él hizo los cielos y la tierra.” 

No existía nada. Nada había. Solo el vacío. La oscuridad, el desorden, el Caos. Pero “por la Palabra del Señor, fueron creados los cielos y la tierra. Porque Él dijo y fue hecho. Él mandó y existió.” Ah querido, si Dios fue capaz de hacer todo, de la nada, solo por el poder de su Palabra ¿Por qué no podría hacer maravillas en tu vida si ya existe alguna cosa, aunque esa “alguna cosa”, sea apenas una vida hecha pedazos? Por eso ¡levántate en el nombre de Jesús! Tu Dios no conoce derrotas. Es Jehová de los ejércitos, vencedor del universo. El año que pasó puede haber traído páginas tristes a tu vida pero, no todo está perdido, ¡levanta tus ojos a ese Dios eterno y todopoderoso! “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?

Alejandro Bullon