Prestar atención
Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. (Hebreos 2:1)
Seguramente, en algún lugar del mundo, alguien leerá estas líneas mientras el dolor de la derrota atormenta su alma. Alguien que consume apresurado las últimas frases de su propia historia, seguramente querrá atesorar en su corazón el consejo de hoy. Alguna persona que desea borrar el pasado y empezar como si jamás hubiera terminado, seguramente entenderá lo que Dios quiere decirle.
Pero, seguramente también alguien alrededor de la tierra, leerá lo que estoy escribiendo y será como si nunca hubiera leído nada. No prestará atención mientras él otro lee en voz alta. Se olvidará y será como si la semilla jamás hubiera caído en el terreno de su corazón.
Es la ley de la vida. No todos escuchan. Y si escuchan no oyen. Y si oyen no guardan. La semilla cae en terrenos diferentes. El propio Señor Jesucristo lo dijo en forma de parábola.
Pero el consejo de hoy es “Atiende con diligencia las cosas que has oído.” ¿De qué sirve tener un mapa en las manos si no estás dispuesto a obedecer sus instrucciones? La palabra de Dios contiene las instrucciones que llevan al puerto deseado de la felicidad. Nadie puede darse el lujo de ignorarla.
El camino hacia el fracaso está alfombrado de vidas que conocieron las Escrituras pero las desobedecieron. Intentaron ser felices a su manera, siguiendo sus propios impulsos y un día despertaron en las montañas frías de la infelicidad.
Nadie es feliz solo porque desea serlo. Todo el mundo anhela llegar al valle encantado de la prosperidad. Pero es imposible hacerlo sin seguir las instrucciones.
Por eso el consejo de hoy es “Atiende con diligencia, las cosas que has oído.”Diligencia requiere trabajo y esfuerzo. Ninguna instrucción conduce a la realización si la persona no está dispuesta a pagar el precio: obediencia estricta a las instrucciones.
Haz de este día un día de victorias y conquistas. Sacude el polvo de la derrota. Hecha la mediocridad a un lado. No te conformes con lo que lograste hasta aquí. Existen montañas que todavía no fueron conquistadas. Ellas te aguardan a lo lejos. Sigue con fe, pero recuerda: “Es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.”