Todo viene de Él
Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Filipenses 2:13
La noche avanza y avanzan también sus pesadillas. Braulio no Duerme. Fantasmas imaginarios invaden su noche solitaria y la transforman en preámbulo de muerte. Siempre es así, desde los quince años, cuando empezó a usar cocaína. Ya pasaron siete largos años. Tiempo de dolor, de promesas no cumplidas, de lágrimas y de abandono.
Braulio sufre más, al ver el sufrimiento de sus padres. Los ama, aunque ellos no lo crean. Daría la vida para verlos felices y orgullosos del hijo primogénito, pero no tiene voluntad. El vicio se ha apoderado completamente de él.
Pero esta noche es diferente. El hombre que habla en la televisión habla de esperanza, de restauración, de una nueva vida. Cuenta historias de vidas destruidas por los vicios y de la manera maravillosa cómo Dios restauró esas vidas. Y Braulio quiere creer y no puede. Ya creyó en tanta cosa y nada dio resultado. Tiene miedo de seguir frustrándose y engañando a sus padres. Por eso decide mudar de canal. Entonces sucede algo imprevisto. Las cámaras cierran en el rostro de la persona que habla en la televisión y sin querer, el joven drogadicto se encuentra cara a cara conmigo y oye mi voz:
-No eres tú, es Dios el que lo hará. Tus promesas son promesas de arena. Tú no tienes fuerza de voluntad. Lo que estás sintiendo en este momento ya es el trabajo del Espíritu Santo en tu corazón. Deja que Dios termine lo que está comenzando a hacer.
Y Braulio cree. Acepta el milagro divino, y continúa viendo el programa. Cuando termino de hacer el llamado, el muchacho se arrodilla delante de la televisión y llora. “Señor, dice, yo no tengo fuerzas, no soy nadie, no puedo ni quiero. Pero si el querer y el hacer es tuyo, entonces opera el milagro en mi vida y libértame de este vicio.”
Conocí a Braulio años después. Un día, mientras esperaba mi vuelo en el aeropuerto de Dallas, un joven elegante, maletín de ejecutivo en la mano, se aproximó de mí y me preguntó:
-¿Usted es el Pastor Bullón?
Al oír mi respuesta, me abrazó con emoción y me dijo: No sabe cómo le agradezco a Dios porque aquella noche triste, de mi triste vida, Él lo usó a usted como instrumento para traer esperanza a mi corazón.
Por eso, no importa cuál sea la lucha que tú enfrentas, comienza este día seguro de que “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”