Solo Jesús
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos. Efesios 2:4-6
Las palabras de San Pablo revelan que Jesús es el Señor y autor de nuestra salvación. Es mediante Cristo que recibimos la vida, solo por Él, un día nos sentaremos en tronos celestiales, en fin, todo el proceso y las bendiciones de la salvación tienen como eje principal el amor, la obra y el sacrificio infinito de Jesús.
Los seres humanos tenemos la tendencia a teorizar las cosas pero el cristianismo no es relación con una teoría o con un cuerpo de creencias fundamentales, a pesar de que todo eso, forme parte de la experiencia cristiana.
La columna vertebral del cristianismo es Jesús. En realidad, todo es Jesús. La vida no es un período de tiempo que el corazón late, es Jesús. Él dijo “yo soy la vida.” La verdad no es un cuerpo de doctrinas, es Jesús. Él afirmó “yo soy la verdad.” La justicia no es algo que recibimos de Jesús, es el propio Señor Jesús; Jeremías dijo “en sus día Judá será salvo e Israel estará seguro y este es el nombre por el que será llamado: Señor, justicia nuestra.” La salvación, no es solo un don que recibimos, es el mismo Jesús. Un día Él entro a la casa de Zaqueo y dijo, “hoy ha entrado la salvación a esta casa.”
Jesús es el inicio el medio y el fin de la experiencia cristiana y ser cristiano, es vivir una vida de comunión diaria con Jesús. Sin embargo el peligro que muchos cristianos corren, es el de teorizar también la experiencia cristiana. Creer que compañerismo con Cristo es simplemente, cantar y mencionar a Jesús en todo momento.
Sin duda esto es bueno. Pero no es suficiente. Porque la verdadera comunión con Cristo tiene dos aspectos. El primero es el tiempo que se pasa con Cristo orando y estudiando la Biblia. El segundo es tener presente a Jesús a lo largo del día, en todas las actividades que se realiza. Para que esta segunda experiencia sea posible, es necesario participar de la primera.
Cuando al empezar el día, separas tiempo para meditar y orar, es como si estuviese abasteciendo el vehículo de combustible. Si el tanque está lleno, el vehículo va a andar, sino, te quedarás parado en cualquier lugar de la carretera.
Haz de este día un día de victoria en Cristo porque “Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).”