Santidad
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. 2 Corintios 7:1
¿A qué promesas se refiere el Apóstol Pablo? Él dice que esas promesas deberían motivarnos a vivir una vida limpia y a crecer en la experiencia de la santidad. Pero, ¿de qué promesas habla? Para saber es necesario leer el capítulo anterior y allí, entre otras cosas Pablo habla del amor maravilloso de Dios hacia sus hijos, después en el capítulo 7, él empieza diciendo que estas promesas, deberían motivarnos a crecer en la santidad.
El resumen del discurso de Pablo es el amor. Sin amor no existe vida cristiana, el cumplimiento de los mandamientos, sin amor es apenas una vida de moralismo vacío y sin sentido. Para Pablo, el amor es la motivación de la santidad. Crecemos en santidad porque lo amamos, y lo amamos porque Él nos amó primero.
La palabra santo en griego, significa, “separado para un propósito especial.” Somos santos cuando entendemos que vivimos en este mundo pero no somos de este mundo, cuando entendemos que somos humanos, como cualquier ser humano, pero tenemos un propósito especial en la vida. Al entender esto, nos damos cuenta de, cuánto nos ama el Señor y el único camino es retribuir ese amor. ¿Cómo lo hacemos? Creciendo cada día en el camino de la santidad, es decir, entendiendo y viviendo cada día de acuerdo al elevado propósito que Dios tiene para nosotros.
Jamás pierdas de vista ese propósito. Es verdad que vives en medio de seres humanos que corren solo atrás de sus interese humanos, sin darle importancia a los valores del espíritu, pero tú no eres un ser humano más, tú eres el sueño de Dios.
Pueda ser que las cosas a tu alrededor no anden como te gustaría que anden. De repente, nada te sale bien, por más que te esfuerzas, pero no desanimes. Si colocas tu vida en las manos de Dios, todo es un asunto de tiempo. Ten paciencia. El plano maravilloso de Dios para ti se cumplirá más tarde o más temprano.
El Señor Jesús está a tu lado, dispuesto a conducirte a tu glorioso destino y te ha prometido su poder y su amor a lo largo del camino, entonces, “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”