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Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Esdras 3:12
El templo de Jerusalén era el orgullo del pueblo de Israel y por eso, al volver del exilio babilónico, la primera actividad fue reconstruirlo. Todo el material fuera recaudado y el primer paso sería revisar los fundamentos.
Era día de fiesta para el pueblo. El mayor símbolo de su fe estaba finalmente siendo reconstruido. El cuerpo sacerdotal estaba en su puesto, cantores e instrumentistas listos para la adoración a Dios; gritos de alegría y regocijo se oían a lo lejos. También el lloro. ¿Lloro?
El medio del pueblo, algunos líderes que habían visto la gloria del primer templo, hecho por Salomón. Al mirar los fundamentos del nuevo templo, percibieron que era menor; los recursos eran pocos, la gloria de este nuevo templo no podría ser comparada a la gloria del templo de Salomón. La única emoción de ese día, fue tristeza. Y el llanto era tan alto, cuanto los gritos de alegría. En la misma escena. Unos felices y otros tristes.
La diferencia es la manera como decidimos encarar la vida. Existen personas que solo ven tristeza, problemas y cielo nublado. Pasan por la vida lamentándose de la falta de oportunidades y de atención. Van por la vida llorando, no encuentran motivo para sonreír. ¡A pesar de estar frente a las grandes bendiciones de Dios!
La reconstrucción del templo era una prueba de que Dios les estaba dando una nueva oportunidad. Este nuevo día, también es una nueva oportunidad para ti. No pierdas el tiempo mirando hacia atrás con tristeza y rencor. Mira para adelante con esperanza y con la seguridad de que vendrán días mejores.
Cuando unos lloren en alta voz y otros canten de alegría y gratitud, júntate al segundo grupo. “Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría.”