Obediencia
El pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos y a su voz obedeceremos. Josué 24:24
La palabra obediencia no encaja mucho en la mente de los jóvenes. De una manera u otra, la relacionan con falta de libertad. Pero lo que más desea el joven es ser libre, vivir sin cercas, ni rejas, ni prohibiciones, ni nada parecido, por lo tanto, la obediencia parece no formar parte de un diccionario moderno. Estoy hablando de la obediencia a Dios, porque cuando se trata de obedecer a los hombres, nadie duda en someterse a las reglas. Desde el deportista que en el campo debe obedecer las reglas del juego, pasando por los conductores que necesitan someterse a las reglas del tránsito y acabando con el lugar del trabajo, donde existe un horario de entrada, otro de salida y es necesario respetar las reglas de la empresa.
Pero cuando se trata de Dios, las cosas cambian. “Soy libre” parece ser el grito desesperado del joven de nuestros días. “Nadie tiene que decirme lo que debo hacer o no hacer.” “Cada uno sabe lo que es bueno.” Sin embargo en el mundo espiritual las cosas no son diferentes del campo de deportes o del trabajo. La organización y la obediencia son parte del orden, y Dios es un Dios de orden.
En el momento de la creación EL Espíritu se movía sobre la tierra desordenada y vacía. Su propósito era colocar la tierra en orden. Esto muestra que tú saliste de las manos de un Dios de orden y jamás podrás ser completo y feliz, si no te devuelves al orden. La obediencia es parte del orden.
En los tiempos de Josué, el pueblo estaba delante del enorme desafío de conquistar la tierra prometida. Aquella tierra era el glorioso destino a donde Dios quería conducir a su pueblo. Con ese propósito lo había libertado de la esclavitud de Egipto. Pero Dios sabía que sin orden, nadie llega a lugar ninguno. Por eso Josué desafió a su pueblo al orden y a la obediencia, y la respuesta del pueblo fue unánime y positiva.
¿Cuál es el desafío de tu vida? ¿Cuáles son tus sueños? ¿A dónde quieres llegar? Piensa en la experiencia de Israel delante del desafío de Josué. Tu esfuerzo y tu trabajo serán inútiles si no te organizas y si no abres la Palabra de Dios con el corazón dispuesto a obedecer los consejos divinos.
Tu Padre conoce el camino, mejor que tú. Obedécele, colócate en sus manos y déjate conducir por él y hoy, antes de correr en pos de tus sueños recuerda: “El pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos y a su voz obedeceremos.”