Morir para servir

Porque el hijo del Hombre no vino para ser servido sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45

Nació para morir. Vivió a la sombra de la cruz. En todo momento sabía que se dirigía al calvario. Era consciente de su misión. Había venido al mundo para dar su vida en rescate por muchos.

Jamás la mente humana podrá entenderlo. La eternidad no será suficiente para contemplar la dimensión de su amor. El rey del universo, adorado y servido por millones y millones de ángeles, renunció a su trono y vino a este mundo. Nació en un pesebre porque la raza a la cual había venido a servir, siquiera se molestó en darle un rincón cualquiera para nacer.

Desde el inicio de su ministerio, su vida fue de servicio. Curó leprosos cuando nadie se atrevía siquiera a aproximarse de ellos. Encontró ciegos y con el toque maravilloso de sus manos les devolvió la visión. Buscó a los desesperados, rechazados e indignos y les devolvió la dignidad. Jamás se importó si sus enemigos lo acusaban de juntarse con los pecadores. A fin de cuentas, era por ellos que lo había dejado todo allá en el cielo y había venido a esta tierra de humillación y pecado.

Anduvo por las calles polvorientas de Galilea en busca de la oveja perdida. Cuanto más ella corría, tanto más Él la buscaba. En ningún momento tomó el hecho de ser Dios como cosa a la cual aferrarse sino que se despojó de sí mismo y aceptó la muerte de cruz, afirma Pablo.

Finalmente llegó el día para el cual había venido a la tierra. El momento supremo. La hora crucial en que el amor y el dolor se abrazarían. El instante del sacrifico mayor, de la entrega infinita.  El Rey de reyes y Señor de  los señores, creador del universo y dueño absoluto de  cielos y tierra, descendería a los niveles más profundos de la humillación. Sería clavado como  un paria,  en una  cruz reservada para los peores delincuentes. Pagaría así, el precio de la redención humana. Lo pagaría con su sangre. Rescataría al hombre  del poder de la muerte. Lo traería para la dimensión de la vida. 

Qué el sacrificio de Jesús en tu favor, inspire tus acciones hoy. Sirve, entrégate, dónate. Es la única forma de vencer al imperio de la muerte. Porque: “el hijo del Hombre no vino para ser servido sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.”

Alejandro Bullon