Limpio corazón
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Mateo 5:8
Eugenio cerró el libro que leía, una novela de crimen, sexo y sangre. Se levantó del sofá, frente a la hoguera, se dirigió hacia la ventana y la abrió para ver qué es lo que sucedía allá afuera. El perro ladraba con insistencia.
Su rostro, caliente por el ardor intenso de los leños, sintió el aire helado de la noche de invierno. Llamó a su perro, un pastor alemán. El animal se acercó al amo y volvió, ladrando, hacia el pequeño bosque del lado.
-¿Quién anda ahí?-
El grito de Eugenio quebró el silencio de la noche. La única respuesta que obtuvo fue un fuerte gruñido del perro que corría, enloquecido acercándose al bosque.
Eugenio quedó por un momento estático pensando qué hacer. Sus ojos reflejaban miedo. Había oído tantas historias de asaltos y él estaba solo, aquella noche. Quiso entonces pensar en Dios, pero su mente, contaminada por la historia que estaba leyendo, solo daba lugar al miedo y su corazón temblaba. Involuntariamente, empezó a ver las escenas de violencia relatadas en la novela y se sintió más solo y desamparado que nunca.
¿Qué tiene que ver esta historia con el versículo de hoy? El texto habla de un corazón puro. Jesús dijo en el sermón del monte que los que tienen el corazón puro son felices. Eugenio no tenía el corazón puro en aquel momento. Acababa de colocar basura en su mente. Sus temores aquella noche, no venían del bosque, ni del ladrido desesperado de su perro, sino de su mente y de las escenas de horror y sangre que acababa de colocar en ella. Su corazón estaba contaminado y él no podía ver a Dios cuando más lo necesitaba.
La palabra puro en el original griego es Kataros, que significa entre otras cosas, “que no tiene mescla.” Como el aceite, que no contiene agua.
¿Qué pasa si colocas en tu mente, cosas buenas y cosas malas, al mismo tiempo? Tu mente deja de ser kataros. Se vuelve agua envenenada. Entonces, al llegar el momento difícil, el agua no calma tu sed. Está contaminada y puede provocarte la muerte.
Jesús desea lo mejor para ti. Quiere que seas feliz y camines diariamente sin temor. Por eso te aconseja a no contaminar la fuente de tu corazón.
Sal de casa hoy, dispuesto a colocar solo cosas buenas en tu mente. No lo olvides: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.”