Gratitud
Señor, tú nos has sido refugio De generación en generación. Salmos 90:1
Cuando Moisés escribió el salmo 90 estaba recordando los milagros que sucedieron mientras conducía al pueblo por el desierto. Recordar es vivir. Bendito el pueblo que tiene memoria. Triste, es ver a alguien que sufre de amnesia. La amnesia es la soberanía del olvido. Un hombre que se olvida de su pasado, vive un presente desprovisto de significado. Y el futuro le parece incierto y asustador.
El pasado te da fuerzas para continuar hacia delante. Te confronta con tu historia, aunque esa historia sea el registro de las cosas buenas y malas que sucedieron. Olvidar es el lado opuesto del recuerdo. Olvidar es morir. Morir a los pocos, lentamente, consumido por el frio de la indiferencia o de la ingratitud.
Al agradecer, Moisés tenía un motivo para ser grato. La gratitud le inspiraba seguridad. Sin seguridad no hay vida. Si observas a un niño de pocas semanas vas a notar cómo, la necesidad de seguridad, lo lleva a agarrar lo que encuentra cerca de él, con fuerza. Él no tiene conciencia de eso. La seguridad es una necesidad inconsciente pero vital. Nadie se desarrolla en plenitud y equilibrio si no se siente seguro. Lo que poca gente sabe es que la gratitud genera seguridad. Mucho más, cuando la gratitud es dirigida a un Ser eterno y poderoso como Dios.
Dios no espera que sus hijos le sean gratos porque Él, se alimenta de gratitud, no. La gratitud no es un “deber” que el “buen Cristiano” tiene que cumplir. La persona beneficiada por la gratitud no es la que recibe el agradecimiento sino la que agradece. Hacer una revisión de las bendiciones recibidas de Dios, te recuerda, como dice Moisés, que “Tú, nos has sido refugio de generación en Generación.” Quiere decir, las generaciones pasan. Los tiempos se van. Días, meses y años se transforman en historia pero ¡Tú Oh Señor! continúas. Sigues siendo el mismo, ayer, hoy y por los siglos. Mi temporalidad puede esconderse en el refugio de tu eternidad. ¿Por qué podría entonces, asustarme la enfermedad o la fugacidad de las pruebas pasajeras de esta vida? Estoy seguro, en la eternidad divina. Nada ni nadie me amedrentará.
Llegamos casi al fin del año. Haz un alto y agradece. No empieces el nuevo año si reconocer que:” Señor, tú nos has sido refugio De generación en generación.”