En el mundo
No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal . Juan 17:15
Para que la vida sea completa no basta que tenga un aspecto físico y espiritual, necesita también una dimensión social. El ser humano no fue creado para vivir solo. En jardín Dios le creó una compañera. “No es bueno que el hombre esté solo.” dijo Dios. Y la vida probó que realmente no es bueno. Las personas que se aíslan y viven solas, viven menos y con menos motivación.
La dimensión social del cristiano abarca su vida familiar, su relación con los amigos, con la comunidad en la que vive, con la comunidad en la que trabaja y con la comunidad en la que alaba a Dios. A esta última le llamamos iglesia.
Para que el ser humano sea plenamente feliz, sus relaciones humanas necesitan ser saludables, gratificantes y constructivas. Pero desde la entrada del pecado el relacionamiento humano se deterioró. Recuerda que el primer problema de relacionamiento entre Adán y Eva, surgió después del pecado. Empezaron a atacarse, a acusarse y a defenderse. Algún tiempo después, Caín mató a su hermano Abel y ahí empezó el desfile de desencuentros y luchas.
¿Qué hacer para volver a tener relaciones sociales saludables? Lo primero que el ser humano necesita, para vivir en paz con los otros, es tener paz en el corazón. Y esa paz es resultado de reconciliarse con Jesús. ¿Cómo sucede eso? Simple. Reconoce que estás lejos de Dios y dile que quieres regresar a sus brazos. En ese momento, Dios envía a todos sus ejércitos celestiales, para traerte de vuelta.
Pero ahí no termina todo. Necesitas también de la iglesia. ¿Para qué? Para crecer. Conviviendo con los otros cristianos puedes crecer y permanecer hasta el fin. Es en la iglesia donde conviven los reconciliados con Cristo. La iglesia no es una comunidad de gente perfecta, sino de personas que están caminando en la vida cristiana y son conscientes de que les falta mucho terreno por andar. En ese andar deben aprender a perdonarse, a aceptarse y a comprenderse los unos a los otros. Deben desarrollar la paciencia y la capacidad de no juzgarse entre sí. Eso, solo es posible cuando estamos reconciliados con Cristo y tenemos paz.
Pero al venir a la iglesia, los cristianos corren un peligro. Apartarse de las personas que no comulgan con su fe. Aislarse, no relacionarse con los “mundanos”.
El plan divino no es que los cristianos vivan aislados, en su comunidad, sino que salgan y traigan a otras personas para Cristo. Esta es una misión y para tener vida plena es necesaria una misión. Pero esa misión, solo es posible de ser cumplida, se cultivamos amistad sincera con las personas que no son de nuestra fe.
Haz de este día un día de amistad con las personas, muéstrales a Jesús en tu vida porque el Señor dijo: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.”