El Dios de tus padres

¡Jehová Dios de vuestros padres os haga mil veces más de lo que ahora sois, y os bendiga como os ha prometido! Deuteronomio 1:11

La llamaban Canela por el color de su piel morena. Cuando sonreía, aparecían sus dientes como manada de ovejas blancas en orden. Era bella, inteligente y perspicaz. Soñaba ser abogada y no tuvo dificultades para realizar su sueño.

En la universidad conoció a un profesor, dueño de uno de los más grandes bufetes del país. Se casó con él después de la graduación y en pocos años se había transformado en una profesional brillante, reconocida y adinerada.

Al mirar al pasado, recordaba a sus padres, gente simple, llevándola a la iglesia y contándole historias bíblicas a la hora de dormir. Todo eso le parecía tan distante e ingenuo. Consideraba aquellos tiempos, una fase superada de su vida. Su fe había desaparecido junto con las limitaciones de su infancia. No necesitaba a Dios. Al menos, eso creía.

Sus padres fallecieron, tristes, por verla apartada de los caminos de Dios. Ella nuca había querido herirlos, siempre había sido una buena hija, apenas decía no necesitar a Dios.

Los anos transcurrieron y un día, la tragedia tocó su vida. Un accidente de tránsito cegó la vida de su esposo y la dejó condenada a una cama, para el resto de la vida.

Puedes imaginar lo que vino después. Casi sin recursos financieros, sin salud, sin amigos, rodeada de gente que solo se había aprovechado de su dinero, se acordó del Dios de sus padres y clamó a él.

¿Percibiste que mucha gente considera a Dios, un simple detalle, dispensable? El ateísmo negaba la existencia de Dios, pero pasó de moda. Ser moderno hoy, es creer en Dios e inclusive ir a la iglesia. Pero eso, no afecta la vida. Creer en Dios o hacer barra por un equipo de fútbol no tiene mucha diferencia. No influye en las decisiones ni modifica la conducta. Ese Dios, no es “el Dios de nuestros padres”.

El mensaje de hoy es un llamado a la renovación de los valores espirituales, al compromiso, a una relación viva con el Dios creador del cielo y de la tierra.

Deja que ese Dios haga la diferencia en tu vida hoy. Entrégale tu corazón. Comprométete con Él y “que Jehová, el Dios de tus padres te haga mil veces más de lo que ahora eres y te bendiga, como lo ha prometido.”

Alejandro Bullon