El clamor de mi pueblo
Dijo Dios Jehová: bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores, pues he conocido sus angustias. Éxodo3:7
Felipe llega temprano al trabajo, todos los días. Realiza más de lo que su responsabilidad demanda. Es siempre el último en salir. Cualquier empresa disputaría los servicios de Felipe. ¿Quién no quiere un empleado inteligente, acomedido y listo a ir más allá de sus obligaciones?
Sin embargo el jefe de Felipe, le dificulta la vida. Lo provoca y trata de irritarlo para ver si él pierde la paciencia.
Últimamente, Felipe anda desanimado. Cree que de cierta manera, Dios está siendo injusto con él.
-Parece que Dios se olvidó de mí –se queja.
Regresa a casa cansado, frustrado y a punto de explotar. Pero el texto de hoy, afirma que “Dios ve la aflicción de su pueblo.” Siempre. Aunque parezca que no.
Siglos atrás, Israel, como Felipe, sufría por causa de sus exactores. ¿Sabes a que se dedica un exactor? A exacerbar, a irritar y a causar enfado sin motivo. Tú puedes hacer lo mejor, con la mejor buena voluntad, pero para el exactor, nada de lo que haces está bien. A él no le importa tu trabajo. Lo que desea es sacarte de tus casillas y si tú reaccionas, él usa tu reacción para decir que no vales.
A los exactores los encuentras en todos los lugares y en cualquier circunstancia. En el lugar donde trabajas, en tu hogar, en la escuela y hasta en la iglesia. Están siempre a tu alrededor, perturbando tu paz.
Delante de esas injusticias haz lo que Israel hacía. Clama a tu Dios. No te quejes, ni te lamentes. Los lamentos satisfacen el hambre del exactor.
Dios le dijo a Moisés: “Bien he visto la aflicción de mi pueblo y he conocido su clamor y he conocido sus angustias.” Nada está oculto a los ojos de Dios. A veces, te puede dar la impresión de que El cerró sus ojos, tapó sus oídos y cruzó los brazos. No es verdad. Dios está siempre atento. Esperando el mejor momento para entrar en acción.
¿Cuál es el mejor momento? Cuando hayas crecido, madurado y aprendido. Nada triste ocurre en tu vida, sin un propósito didáctico. Tu exactor quiere destruirte, pero Dios toma las circunstancias difíciles y las transforma en instrumentos de edificación y crecimiento.
Solo necesitas esperar y aprender. Entonces Dios dirá: He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto y he oído su clamor a causa de sus exactores, pues he conocido sus angustias.”