Consuelo
Para que por dos cosas inmutables, en las cuales, es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. (Hebreos 6:18)
Con el rostro descompuesto por la noche sin dormir, el cigarrillo, el café y el alcohol, Ériko se incorporó del sofá y aparentando un aire de indiferencia con la vida, se aproximó, tambaleando, de la ventana.
El panorama desde donde él estaba, era un espectáculo impresionante. El sol despuntaba en el horizonte recortando las siluetas de los edificios en el centro de Richmond, pero a él no le importó eso. Sin pensar dos veces, se lanzó al abismo.
Vivía en un pequeño apartamento del décimo piso. Sus únicos compañeros, en los últimos días, habían sido los libros esparcidos por el suelo, un gato, la soledad de divorciado y una montaña de cuentas a pagar.
Las autoridades llegaron a la conclusión de que el descendiente de italianos, cometió suicidio porque estaba ebrio y no sabía lo que hacía.
La verdadera explicación la había dejado él, escrita en un papel garabateado con letras que anunciaban muerte. Desesperado por los problemas familiares y financieros que atravesaba, no vio solución. No encontró un rayo de luz en su noche oscura.
Pena que Ériko ignorase el versículo de hoy. Es imposible que Dios mienta. Sus promesas son seguras. Y los que corren para apoderarse de la esperanza que tenemos en Él, son consolados.
La esperanza es la luz en medio de la oscuridad. No la ves. La sientes en tu corazón. Es una voz que te dice: “No todo está perdido. Necesitas confiar en Jesús. Él siempre cumple sus promesas. Jamás miente.”
Mientras vivas en este planeta de dolor y aflicciones, las nubes de las dificultades, oscurecerán tus días, muchas veces. En esas horas, la esperanza es la palanca que te levanta, la fuerza que te impulsa, la motivación que la victoria requiere.
No desanimes. Hoy es un nuevo día. Hay sol por encima de las nubes que anuncian lluvia. La tormenta pasará. Nada dura para siempre. Solo la esperanza. La biblia fue escrita “Para que por dos cosas inmutables, en las cuales, es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.”