¡Ahora!
Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Juan 9:4
A mariano, las cosas no le salen bien. Ayer, por ejemplo, tocó puertas en busca de empleo. No cruzó los brazos esperando que aparezca alguien ofreciéndole trabajo, no. Se levantó temprano y buscó, insistió y llamó. Al llegar la noche sin embargo, sus pies estaban cansados de tanto caminar, sin nada encontrar.
Ya era tarde y Mariano tenía vergüenza de volver a la casa de la familia que lo hospeda. Vive de favor y últimamente no le es posible contribuir con nada para la comida que la familia sirve a la mesa.
Cuando los amigos le preguntan a Mariano, porqué busca empleo, su respuesta es: “Para comer, pagar la renta, en fin.”
¿Es simplemente para eso que Dios permitió que nacieses? ¿Para comer y pagar la renta? No. La vida no puede ser solo eso. Y si lo es, todavía no has entendido el propósito de tu vida.
El sentido de urgencia nace de la consciencia de misión. Si crees que estás aquí por acaso, nada de lo que hagas tendrá mucho sentido. Pero si sabes que eres una expresión del amor de Dios y estás en este mundo porque Dios lo permitió, entonces tu vida tiene una misión, hay un proyecto divino para cada uno de tus días. Y el tiempo es el espacio dónde se realizarán tus sueños.
En el versículo de Hoy, el propio Señor Jesucristo afirma que a Él, le era “necesario,” o sea obligatorio, compulsorio. El sentido de obligación, en el original griego, no naces de una presión exterior, como en el caso del trabajador que cumple su deber porque el patrón lo está vigilando, sino de una presión interior nacida de la consciencia de misión.
En otras palabras. “Yo sé por qué estoy en este mundo, sé lo que hago y lo hago rápido porque nadie lo puede hacer en mi lugar.”
¿De dónde nacía esta convicción interior en Jesús? De su comunión diaria con el Padre. Solo en comunión con Él, tu vida tiene sentido y las dificultades que encuentras, en vez de ser estorbos, son instrumentos que contribuyen al cumplimiento de tu deber.
Con esa confianza, ve hoy, dispuesto a cumplir tu misión con urgencia, recordando las palabras de Jesús: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.”